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Se dice que alguien “vive en el presente” cuando no se deja limitar por los condicionamientos del pasado y no se preocupa en exceso por el futuro.

El tiempo eterno es un continuo interrelacionado en el que cada instante se relaciona con todos los instantes.

El presente de la realidad eterna es la misma realidad eterna, en la cual nuestra concepción habitual del tiempo colapsa, y por lo tanto, no hay ni pasado ni futuro ni presente psicológicos.

El presente y los tres tipos de tiempo
Por Isaac Portilla

Resumen: «El presente» es una puerta hacia una realidad ilimitada, libre y viva. Muchas personas han descubierto que vivir en el presente aporta paz y claridad. En este ensayo se desarrolla el concepto del presente desde las tres perspectivas del tiempo: la objetiva, la subjetiva y la eterna (o atemporal).

Existen tres tipos de presente y tres tipos de tiempo. Cada tipo de presente está asociado a un tipo de tiempo. Los tipos de tiempo son: el objetivo ―el tiempo de reloj―; el subjetivo ―el que cada persona percibe según su psique―; y el eterno, donde no existe un pasado y un futuro como tales. Así, cuando hablamos del ‘presente’, tenemos que darnos cuenta del tipo de tiempo al cual nos referimos, porque el presente que marca el reloj (el presente objetivo) no es el mismo que el presente psicológico (o subjetivo), y estos tampoco son equivalentes al presente eterno. Veamos los tres conceptos con más detenimiento:

El presente en el tiempo objetivo

El tiempo objetivo es aquel que podemos medir, el tiempo de reloj, aquel que es igual para todo el mundo. Si un grupo de personas tardan una hora y veinte minutos en hacer un viaje, ese tiempo no depende de lo que cada persona crea que ha durado el viaje, sino de lo que marque el reloj. El presente, en el tiempo objetivo, se torna real cuando hacemos una medición. Por ejemplo, cuando se quiere saber cuánto tiempo tarda un atleta en correr los cien metros lisos, los instantes de salida y llegada a la meta se hacen “presentes objetivos” en el momento en que se mide el tiempo en ellos, pues se asocia una magnitud a una realidad (el tiempo) que para nosotros es subjetiva.

Dado que el presente objetivo se mide, este varía en función de las unidades que se consideren. Por ejemplo, si decidimos medir el tiempo en segundos, aquel segundo que marque el reloj en cada momento representa el presente objetivo. Este tipo de presente, asociado a una medición, siempre puede ser definido en unidades cada vez más pequeñas. Así, en contextos científicos se utilizan mediciones muy inferiores al segundo, por ejemplo los nanosegundos, que equivalen a la milmillonésima parte de un segundo.

El presente en el tiempo subjetivo (o psicológico)

El tiempo subjetivo, es aquel que depende de la percepción psicológica de cada persona. Poniendo el mismo ejemplo que con el tiempo objetivo, si un grupo de personas tardan una hora y veinte minutos en hacer un viaje, a cada persona le parecerá que ha durado más o menos independientemente de que el tiempo objetivo sea el mismo. Cuando alguien está entretenido con algo, el tiempo psicológico tiende a acortarse, y cuando uno está aburrido, a alargarse. Por lo tanto, el tiempo subjetivo varía en función de las circunstancias de cada individuo y se expresa en términos no cuantificables objetivamente: “He tardado mucho o poco tiempo”, “el viaje se me ha hecho largo o corto”, etc.

La noción del presente en el tiempo subjetivo se define en función del pasado y el futuro psicológicos. El pasado psicológico representa las memorias y los condicionamientos adquiridos, y el futuro psicológico, las expectativas y las posibilidades en un marco de incertidumbre. Se dice que alguien “vive en el presente” cuando no se deja limitar por los condicionamientos del pasado y no se preocupa en exceso por el futuro. Para muchas personas, el descubrimiento del presente psicológico es un gran alivio, pues este, en cierta medida, disminuye las preocupaciones causadas por un futuro incierto o por un pasado hostil y traumático. Aún así, el presente psicológico no erradica de forma definitiva los problemas relacionados con el futuro y el  pasado debido a que opera en el mismo plano de la realidad sensible (el plano psicológico). Es decir, prestar atención al presente evita ‘mirar’ al pasado y al futuro pero no elimina sus problemas porque no modifica la relación con el pasado y el futuro. Así, el presente psicológico es un descanso temporal del pasado y el futuro psicológicos (si es que estos son un problema), sin embargo, para llegar a una relación satisfactoria y reconciliadora con el pasado y el futuro es necesario el reconocimiento del presente eterno.

El presente en el tiempo eterno

El tiempo eterno es aquel en el que el tiempo no es una realidad fragmentada, como en el tiempo objetivo, y tampoco algo relativo a cada persona, como en el tiempo subjetivo, sino una realidad absoluta y siempre presente. Desde la perspectiva de la realidad eterna, el tiempo no está dividido en unidades medibles (horas, minutos, segundos, etc.), ni en unidades psicológicas cuantificables (mucho o poco tiempo). Por el contrario, el tiempo eterno es un continuo interrelacionado en el que cada instante se relaciona con todos los instantes. Así, podemos decir que en el tiempo eterno existe el tiempo, pero debemos recordar que este ‘tiempo’ es diferente al tiempo psicológico (para el que la realidad eterna sería ‘atemporal’[1]).

El presente en el tiempo eterno es una mera descripción de su realidad, no un estado temporal entre el futuro y el pasado. Es decir, el presente de la realidad eterna es la misma realidad eterna, en la cual nuestra concepción habitual del tiempo colapsa, y por lo tanto, no hay ni pasado ni futuro ni presente psicológicos. De esta forma, “vivir el tiempo eterno” implica percibir e interactuar con una realidad en la cual no existe el pasado ni el futuro, sino un presente continuo. La percepción del presente eterno, al posibilitar la interacción con una realidad que transciende el tiempo psicológico, libera[2] de forma gradual y efectiva los traumas y contracciones psicofísicas asociadas con el pasado, así como también disminuye los patrones nocivos asociados a la falta de confianza y esperanza en el futuro.


Notas:

1| El concepto de “realidad atemporal” para referirse al tiempo eterno es válido desde el punto de vista psicológico: la psique funciona con referencias temporales, por lo que la descripción del sustrato de la existencia (el océano de consciencia no-dual) como una realidad en la que no existe el tiempo psicológico es acertada.

2| La liberación de los traumas y contracciones psicofísicas sigue los mismos principios (de alineación e incorpación) que el proceso de regeneración con respecto al espíritu universal, dado que el tiempo y el presente eternos se refieren la misma realidad (el espíritu universal).
© 2014 Isaac Portilla

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