DR. ISAAC PORTILLA PELAEZ
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Dejando que todo sea, se descubre una presencia reconfortante, que no depende de ninguna práctica especial, sino simplemente de saber que existimos, que somos.

El amor por presencia es saber que “existir es dicha”, el amor en espíritu es saber que “todo es uno”, el amor divino es saber que “todo es amor”.

Tipos de amor espiritual
Por Isaac Portilla

El amor espiritual es un tema aún poco comprendido: idealizado y considerado poco accesible, parece ser la última opción ante cualquier dificultad, mientras que si fuera lo primero que se tuviera en cuenta, la vida sería mucho mejor de lo que conocemos. Pero, ¿qué es el amor espiritual?

Hay tres tipos de amor espiritual: el amor por presencia, el amor en espíritu y el amor-sustrato.

El primero, es el amor por presencia, el cual se puede sentir si se aprende a escuchar con todo el cuerpo, no los sonidos, sino a la misma existencia. Así, dejando que todo sea, se descubre una presencia reconfortante, que no depende de ninguna práctica especial, sino simplemente de saber que existimos, que somos.

El segundo, es el amor en espíritu, para el cual es necesario percibir la unidad de la vida. Llegar a tal percepción es posible a través de las prácticas de realización directa, que ayudan a reconocer el espíritu universal, el sustrato incoloro que está presente en todo lo que vemos y percibimos. Cuando se sabe que todo comparte la misma esencia, es posible “mirar sin juzgar” y “actuar sin manipular”.

El tercero, es el amor-sustrato, también llamado amor divino. En este caso es necesario, no solo llegar a percibir el espíritu, sino también permitir la regeneración del cuerpo-mente, y digo ‘permitir’ porque el amor-sustrato no es algo que uno hace, sino algo que sucede y se expresa a través de uno mismo. Esto implica la disolución de los traumas por los que estamos condicionados y la liberación de las contracciones psicofísicas que limitan la expresión de esta posibilidad.

En resumen: el amor por presencia es saber que “existir es dicha”, el amor en espíritu es saber que “todo es uno”, el amor divino es saber que “todo es amor”. Una vez que conocemos lo que podemos experimentar, lo que nos hace realmente humanos, queda considerar que tal posibilidad pase a formar parte de nuestras vidas.

© 2013 Isaac Portilla

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